UN APLAUSO PARA EL CIRUJANO DEL CARTISMO

por Robert Marcial González. 10 de agosto de 2025

El revuelo suscitado por la valiente investigación periodística que puso al descubierto que una Senadora al servicio del cartismo, hacía pagar con recursos del erario público la remuneración de dos sobrinos que trabajan (o mejor dicho, “trabajan”) en el despacho jurídico privado de su pareja sentimental, desató la indignación de la ciudadanía crítica y dio pie a múltiples reacciones.

Así, el estruendoso descontento de varios sectores de la sociedad, osciló desde (i) el reclamo popular para que se active el mecanismo constitucional de la pérdida de investidura de la desvergonzada parlamentaria libero — cartista, pasando por (ii) el requerimiento hacia el Ministerio Público para que investigue el desvío de recursos públicos y el cobro indebido del cual se beneficiaron durante meses la Senadora, su pareja sentimental que encabeza el Estudio Jurídico que empleaba a los planilleros que lucraban indebidamente del erario público y los sobrinos privilegiados merced al malsano nepotismo y el tráfico de influencias, llegando incluso, (iii) al reproche visceral hacia la labor del cirujano encargado de la estética de varios de los referentes del cartismo, entre los que se cuenta, en primera fila, la Senadora en cuestión.

Atendiendo a que la posibilidad de que se active el procedimiento de pérdida de investidura de la funcionaria corrupta no tendrá viabilidad dado que la mayoría parlamentaria al servicio del cartismo ya anunció que protegerá al “chancho de su chiquero”; y, considerando que esperar acciones firmes de un Ministerio Público cuyo titular hace tieeeeemmmpppoooo decidió no incomodar bajo ninguna circunstancia a la cúpula de poder del cartismo, es tanto como pedirle “peras al olmo”, le pido a mis escasos, abnegados y sufridos lectores, que me toleren que en esta ocasión me limite esbozar unas líneas que, mal que le pese a las muchas voces que descalificaron visceralmente la labor del cirujano del cartismo, saldrán en defensa del trabajo, más eficaz que estético, del profesional que se encarga de la chapería, pintura y recauchutaje de los chuscos parlamentarios que buscan desafiar la cervantina sentencia que da cuenta de que “la mona, aunque se vista de seda, mona se queda”.

El error en el que incurrieron quienes centraron el debate en las múltiples y ciertamente chocantes cirugías de las que hace gala la sinvergüenza Senadora que traficó influencias para beneficiar a sus sobrinos y a su pareja, obligándonos a todos los paraguayos a pagar el salario de dos tiernos corruptitos que prestaban servicios en una oficina privada, radica en que centraron sus observaciones en la fachada pero no en los cimientos.

En efecto, si bien podemos coincidir en que la inescrupulosa Senadora, a raíz de que pasa más tiempo en el quirófano que en el Parlamento y más allá de su “Barbie — siana” autopercepción, es idéntica al célebre Guasón al que dio vida magistralmente Jack Nicholson en la mítica película “Batman” (1989) dirigida por el extraordinario Tim Burton, nobleza obliga a reconocer que detrás de la fallida estética, se oculta un producto de vanguardia, superior en calidad al mejor chaleco antibalas del ejército ruso, pues permite que las cúpulas de poder en general y la cúpula del cartismo en particular, se mantengan blindados, inmunes e imperturbables a los cuestionamientos formulados cuando sus trapisondas a costa del erario público, quedan en evidencia.

Sé, de buena fuente, que el cirujano del cartismo, ha sabido encontrar una fórmula que, combinando colágeno, botox, un poco del fentanilo mortal ligado a otro gran referente cartista y algo de la cocaína que el traficante Sebastián Marset no pudo retirar del depósito de su aliado local (otro parlamentario cartista dicho sea de paso), permite que sus pacientes — congresistas, en apenas dos sesiones, logren que sus lombrosianos rostros queden cimentados con piedras y rocas, lo que les permite (¡y he aquí el prodigio del invento!) no solo defender y reivindicar sin sonrojarse la impunidad para sí y para sus secuaces, sino apropiarse vilmente del Estado para beneficio personal.

En un país donde la investigación, la inventiva, la tecnología y los incentivos y oportunidades para emprendedores no forman parte de la agenda de la clase política, en un país donde las cúpulas de poder nos roban la esperanza de manera sistemática, no podemos sino celebrar que aparezcan talentos creativos como el del cirujano del cartismo que patentó la fórmula que le permite a los políticos inescrupulosos, ostentar rostros de piedra y hacer gala de una caradurez y un cinismo únicos tal como quedó en evidencia con el vomitivo descargo a través del cual la Senadora cartista, lejos de disculparse con la ciudadanía por sus fechorías, redobló la apuesta defendiendo su línea de acción y la de sus secuaces, sin que se le mueva un pelo.

Por tanto, más allá de lo repugnante que sean los desaguisados secuenciales cometidos por los parlamentarios al servicio del cartismo, la ciudadanía debería dejar en paz a su cirujano, cuya labor, si bien se mira, está aplazada en estética pero le reditúa ingentes beneficios a sus pacientes congresistas, quienes, gracias al rostro de piedra del que hacen gala luego de pasar por el quirófano del quincho, hoy forman parte de la ínfima minoría que ya está mejor tal como lo había prometido el Presidente Peña durante su campaña…

Robert Marcial González

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